«Hoy digo que fue mi último partido porque quiero celebrar esta medalla»

Sabía que iba a ser un día muy especial porque era mi cumpleaños. Lamentablemente no pudimos ganar la final olímpica, pero en la cancha hicimos todo, más allá de que no fue nuestra mejor actuación. Me voy feliz de haber ganado una medalla para la Argentina, para mí es como si fuera la de oro, puedo decir que me voy con la frente muy en alto. Cuando terminó todo les dije a mis compañeras que estaba muy contenta de haber disfrutado de estos Juegos Olímpicos por un sinnúmero de cosas. Por ejemplo, para mí es muy significativo haberme convertido en la deportista mujer de nuestro país que más medallas olímpicas ganó en la historia.
Desde que empecé a jugar, el hockey se convirtió en una pasión muy grande para mí y creo haber dado todo para la Argentina en cada partido que jugué. Me voy muy satisfecha por la entrega con la camiseta nacional. Hoy digo que fue mi último partido porque quiero celebrar esta medalla. Va a ser muy difícil no encontrarme en una cancha, porque sé que podría seguir jugando, aunque hoy tengo otras prioridades. Quiero descansar, me debo muchos viajes que tenía previstos con mi pareja, con familiares y amigas. Lo único que busco ahora es un descanso y contar con la libertad de hacer lo que yo quiera. Ya armé un programa de actividades hasta fin de año que incluye charlas y clínicas de hockey. Después evaluaré la chance de actuar en un club del exterior, ya veré.
Cuando empecé a jugar imaginaba que iba a continuar hasta los 28 años como mucho, pero físicamente la genética me acompañó. Sinceramente no podría decir hasta cuándo me daría el físico o hasta qué edad jugar, pero no quiero seguir intentando en el alto rendimiento si mi estado de ánimo no se encuentra a la misma altura. Insisto: física y técnicamente podría seguir e incluso las chicas me quieren convencer, pero el hockey argentino está muy bien y sin mí la Argentina seguirá peleando con los mejores equipos del mundo. Hay un grupo de jugadoras que es muy bueno y que dan la vida por la selección. Tenemos muchas jóvenes que pueden formar parte perfectamente de las Leonas y llevar al equipo a lo más alto.
Ahora se me vienen muchas sensaciones a la mente, pero no me voy a olvidar de este viernes. Cuando me llevaban en andas después del podio estaba feliz; era un momento para disfrutarlo. Más allá de la tristeza del partido, había que gozar de esa medalla, porque sólo se puede dar cada cuatro años y además era de plata. Me despedí como me salió, primero con tristeza, porque es difícil no estar más, y sobre todo con un grupo como el nuestro.
¿Un momento especial en mi carrera? Me cuesta elegirlo; pasé por muchos que fueron muy valiosos para ese instante preciso: el Mundial de Perth 2002, que fue revolucionario para nuestro deporte; cada uno de los Juegos Olímpicos; el Mundial de Rosario 2010, en el que parecía que nuestro destino de campeón estaba escrito… Y este fue un año muy especial porque el equipo pasó por momentos difíciles y trabajó un montón para llegar de la mejor manera a Londres. Hicimos de todo: taebo, pista, natación, nutrición, gimnasio, psicólogo. Incontable cantidad de entrenamientos y de partidos. Entonces ésa es la satisfacción que me queda a nivel grupal. Y mi tranquilidad interior es que siempre traté de evolucionar, de improvisar cosas nuevas desde la táctica y la técnica.
Empecé desde chica y lo que más rescato de mí fue que tuve la humildad para aprender de cada técnico que me tocó y llevarme lo mejor de cada uno. Fue un torneo inolvidable, además con la satisfacción de haber sido la abanderada en la ceremonia inaugural. No puedo pedir más.

Así escribió Luciana Aymar en su columna para el Diario La Nación. La rosarina expresó las sensaciones tras colgarse una nueva medalla olímpica. En cuanto a su vínculo con el hockey expresó:  «Va a ser muy difícil no encontrarme en una cancha, porque sé que podría seguir jugando, aunque hoy tengo otras prioridades».

Dos generaciones. Lucha Aymar y Delfina Merino con un sabor agridulce: tristeza por la derrota y alegría por la medalla

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Sabía que iba a ser un día muy especial porque era mi cumpleaños. Lamentablemente no pudimos ganar la final olímpica, pero en la cancha hicimos todo, más allá de que no fue nuestra mejor actuación. Me voy feliz de haber ganado una medalla para la Argentina, para mí es como si fuera la de oro, puedo decir que me voy con la frente muy en alto. Cuando terminó todo les dije a mis compañeras que estaba muy contenta de haber disfrutado de estos Juegos Olímpicos por un sinnúmero de cosas. Por ejemplo, para mí es muy significativo haberme convertido en la deportista mujer de nuestro país que más medallas olímpicas ganó en la historia.

Desde que empecé a jugar, el hockey se convirtió en una pasión muy grande para mí y creo haber dado todo para la Argentina en cada partido que jugué. Me voy muy satisfecha por la entrega con la camiseta nacional. Hoy digo que fue mi último partido porque quiero celebrar esta medalla. Va a ser muy difícil no encontrarme en una cancha, porque sé que podría seguir jugando, aunque hoy tengo otras prioridades. Quiero descansar, me debo muchos viajes que tenía previstos con mi pareja, con familiares y amigas. Lo único que busco ahora es un descanso y contar con la libertad de hacer lo que yo quiera. Ya armé un programa de actividades hasta fin de año que incluye charlas y clínicas de hockey. Después evaluaré la chance de actuar en un club del exterior, ya veré.

Cuando empecé a jugar imaginaba que iba a continuar hasta los 28 años como mucho, pero físicamente la genética me acompañó. Sinceramente no podría decir hasta cuándo me daría el físico o hasta qué edad jugar, pero no quiero seguir intentando en el alto rendimiento si mi estado de ánimo no se encuentra a la misma altura. Insisto: física y técnicamente podría seguir e incluso las chicas me quieren convencer, pero el hockey argentino está muy bien y sin mí la Argentina seguirá peleando con los mejores equipos del mundo. Hay un grupo de jugadoras que es muy bueno y que dan la vida por la selección. Tenemos muchas jóvenes que pueden formar parte perfectamente de las Leonas y llevar al equipo a lo más alto.

Ahora se me vienen muchas sensaciones a la mente, pero no me voy a olvidar de este viernes. Cuando me llevaban en andas después del podio estaba feliz; era un momento para disfrutarlo. Más allá de la tristeza del partido, había que gozar de esa medalla, porque sólo se puede dar cada cuatro años y además era de plata. Me despedí como me salió, primero con tristeza, porque es difícil no estar más, y sobre todo con un grupo como el nuestro.

¿Un momento especial en mi carrera? Me cuesta elegirlo; pasé por muchos que fueron muy valiosos para ese instante preciso: el Mundial de Perth 2002, que fue revolucionario para nuestro deporte; cada uno de los Juegos Olímpicos; el Mundial de Rosario 2010, en el que parecía que nuestro destino de campeón estaba escrito… Y este fue un año muy especial porque el equipo pasó por momentos difíciles y trabajó un montón para llegar de la mejor manera a Londres. Hicimos de todo: taebo, pista, natación, nutrición, gimnasio, psicólogo. Incontable cantidad de entrenamientos y de partidos. Entonces ésa es la satisfacción que me queda a nivel grupal. Y mi tranquilidad interior es que siempre traté de evolucionar, de improvisar cosas nuevas desde la táctica y la técnica.

Empecé desde chica y lo que más rescato de mí fue que tuve la humildad para aprender de cada técnico que me tocó y llevarme lo mejor de cada uno. Fue un torneo inolvidable, además con la satisfacción de haber sido la abanderada en la ceremonia inaugural. No puedo pedir más.

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Por Luciana Aymar para La Nación
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